“¡Calla y arregla de una vez la cisterna del váter, que gotea!”, solloza ella escurriendo la fregona. Las palabras se me atragantan y me sabe la boca a lejía. “Tere…”, susurro intentando abrazarla, pero ella se zafa con brusquedad y me grita entre lágrimas que me deje de tonterías, que los niños están a punto de llegar y todo está manga por hombro. La observo en silencio sacudir con fuerza los cojines. Entonces, tose y la siento tan vulnerable que decido ir a buscar la caja de herramientas. Una vez más, mi elaborada despedida, mis ilusiones y mi nueva vida con Eva se esfuman junto al polvo por la ventana abierta.
calmercitaferoz, está muy bien el micro. Es visual y fluido. Saludos.
¡Muchas gracias, Clamanda! Un saludo.
Sin duda un microrrelato que va creciendo a cada palabra hasta el punto álgido del final. Me gustó esa resolución que lo cambia todo.
¿Preparando armas para las Microjustas? Gran participación la tuya.
Un saludo.
¡Muchas gracias! Estoy deseando volver a las armas, aunque ando medio bloqueada últimamente, a ver qué tal se me da esta vez… que la cosa empieza a ponerse seria. ¡Un saludo, Nicolás!
Preciso relato de esas resistencias que vamos generándonos a veces sin saber como.
Abrazo feroz.
Otro para ti, Miguel.
Difícil cuando nuestra felicidad supone la infelicidad de otros. Difícil aceptar los cambios, las pérdidas, que ya no somos como antes… Muy bueno. Debería de haber sido finalista.
Un abrazo.
Muchas gracias, Sara. Un abrazo para ti también.